Europe
July 30, 2025

El acuerdo UE-EE. UU. puede retrasar las inversiones renovables del plan europeo

El pacto energético transatlántico prevé importaciones de gas, petróleo y uranio por 750.000 millones USD en tres años. Críticas de expertos señalan que la medida compromete la transición energética europea y es logísticamente inviable.
By Milena Giorgi

By Milena Giorgi

July 30, 2025
El acuerdo UE-EE. UU. puede retrasar las inversiones renovables del plan europeo The EU-US deal may delay renewable investments under Europe’s energy plan

La Unión Europea y Estados Unidos firmaron un acuerdo comercial por el cual el bloque europeo se compromete a importar 750.000 millones de dólares en energía fósil y nuclear durante los próximos tres años.

El pacto incluye principalmente gas natural licuado (GNL), petróleo y combustible nuclear, y fue celebrado como una estrategia de diversificación ante la crisis energética provocada por la guerra en Ucrania y la volatilidad en Oriente Medio.

Sin embargo, el anuncio generó una ola de críticas entre analistas del sector, que lo consideran técnicamente irrealizable y contradictorio con los objetivos de descarbonización del continente.

Según datos de 2024, la UE importó desde EE. UU. 64.550 millones USD en petróleo, GNL y carbón, apenas el 26 % del objetivo anual comprometido.

Esto implica que, para cumplir con el acuerdo, Europa debería cuadruplicar sus compras energéticas estadounidenses, algo que no solo es improbable, sino que excede la capacidad exportadora de EE. UU., estimada en 165.800 millones USD totales en energía ese mismo año.

Desde medios como The New York Times, el pacto ha sido calificado de “acuerdo simbólico”, destinado a cerrar otras disputas comerciales —como los aranceles al acero y aluminio—, más que a establecer una política energética coherente.

Sin embargo, en Europa genera preocupaciones profundas sobre su impacto en los objetivos climáticos del continente.

En diálogo con Strategic Energy Europe, Jesús María Sahún, Director Comercial de Switching Consulting, advierte que la medida refuerza una estrategia errática: “Europa necesita un replanteamiento profundo de su política energética si realmente quiere hablar de soberanía y autonomía estratégica”.

Para el ejecutivo, sustituir la dependencia del gas ruso por el estadounidense no resuelve los problemas estructurales del sistema energético europeo.

En esa línea, el consultor sostiene: “Cambiar dependencia de Rusia por dependencia de EE. UU. puede tener sentido a corto plazo, pero no es un modelo sostenible ni soberano”.

Según su análisis, la prioridad debería ser abandonar la lógica de “suministro a cualquier precio” y apostar por tres pilares: renovables autóctonas, almacenamiento y acceso estratégico a materias primas críticas.

En diálogo con este medio, subraya además que “es una medida de mitigación del riesgo energético europeo, con visión de corto plazo y en un contexto bélico Rusia-Ucrania sin resolver y otro en Oriente Medio en ascenso”.

A pesar de que el acuerdo “garantiza un flujo seguro y constante de hidrocarburos para Europa”, también implica una oportunidad de inversión desviada: “Lo que se gasta en esto no se gasta en otras partidas”, advierte Sahún sobre correr el foco de la descarbonización de los consumidores.

El impacto en la transición energética

Por su parte, el consultor energético Kiko Maza, fue contundente: “Una de las peores noticias para la transición energética”.

Según estima, el pacto equivale a “retrasar tres años el proceso, perder definitivamente el liderazgo renovable mundial y golpear a la industria local”.

Agrega que el mensaje que transmite es peligroso, porque representa una renuncia explícita a la reducción de consumo de combustibles fósiles, justo cuando Europa debía acelerar su descarbonización.

Manuel Parra Palacios, analista del sector, coincide en que el acuerdo puede “retrasar la extensión de la energía renovable”, no por mayor disponibilidad de gas, sino porque “la legislación comunitaria acompañará esta necesidad de compra”.

Advierte que el enfoque legal dejará de priorizar una estrategia medioambiental ambiciosa, comprometiendo los avances logrados hasta ahora.

¿Un camino hacia la autonomía o un freno al liderazgo renovable europeo?

Más allá de las disputas técnicas y comerciales, la firma del acuerdo plantea una tensión profunda entre seguridad energética inmediata y transición energética sostenible.

Según Sahún, “la autonomía energética no se consigue firmando cheques, sino invirtiendo en capacidad, infraestructura y control sobre los vectores estratégicos”.

Asimismo, insiste en que Europa debe apostar decididamente por “energías renovables autóctonas”, resolver “cuellos de botella regulatorios”, desplegar “sistemas de almacenamiento” y asegurar el “acceso a materias primas críticas”.

Solo así, concluye, se podrá evitar que el continente caiga en “el autoengaño de que la transición energética consiste únicamente en instalar más renovables mientras firma megacontratos de gas al otro lado del Atlántico”.

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